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Fragmentos de Mar

Updated: Jun 13


Rincón, Puerto Rico — Entre playas doradas y cielos que parecen salidos de una pintura, un arte hecho de pequeños fragmentos cobra vida en el corazón del Caribe. Es aquí donde Edgardo Rodriguez Acevedo, escultor rincoeño, transforma piezas de cerámica, vidrio y piedra en mosaicos que capturan la esencia vibrante de su tierra natal.


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Rincón es la fuente de inspiración más grande de mis creaciones. Estoy muy orgulloso de ser hijo de Rincón”, afirma el artista, cuya trayectoria comenzó en 2005 bajo la tutela del maestro Marcos Laboy en Lajas, mientras vivía en San Germán. Desde entonces, su vida ha sido un lienzo donde la naturaleza, la cultura y la fantasía se entrelazan.


Rincón como Inspiración


Todo inspira su arte: el océano, los caballitos de mar, las tortugas, las sirenas míticas y hasta los caballeros quijotescos. Cada mosaico, cada mural pintado, es un homenaje a la imaginación.“Quiero que quien vea mis obras sienta la serenidad de la naturaleza, la alegría de los colores caribeños, y la magia de la fantasía, especialmente a través de la figura de las sirenas”, explica.


Su objetivo no es solo embellecer espacios. Sus piezas son cápsulas de tiempo: creaciones pensadas para perdurar, para seguir hablando a nuevas generaciones de amantes del arte, mucho después de que la espuma del mar haya cambiado mil veces la orilla.

Hoy, quienes deseen descubrir su trabajo pueden encontrar sus mosaicos en Caribbean Trading en el pueblo de Rincón, o contactar al artista directamente.


Cada obra, un pedazo de vida


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En Rincón, la naturaleza no solo inspira: acompaña, guía, transforma.

Crear aquí es dialogar con el mar, con las leyendas, con la historia que se siente viva en cada calle y cada ola. Y en ese diálogo, artistas como Edgardo nos recuerdan que el arte puede ser una brújula para reencontrarnos con lo que realmente importa.

Gracias a todo ser humano que aprecie el arte en todos sus campos, gracias siempre”, dice al final de nuestra charla.

Quizás esa gratitud sencilla y profunda sea el verdadero hilo invisible que une cada uno de sus mosaicos: fragmentos de mar, de historia y de alma, reunidos para contar —una y otra vez— la historia eterna de Rincón.


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